Para realizar un recorrido por los pueblos germánicos debes saber que antiguamente muchos territorios fueron clasificados por Plinio el Viejo en su obra  Naturalis Historia, realizada en el año 80 mediante 5 confederaciones denominadas ingvaeones, istvaeones, hermiones, vandili y peucini; aunque estos reinos con el paso de los años fueron cambiando, lo mismo ocurrió con los germanos.

¿Qué son los pueblos germánicos?

Identificados también como germanos, se trata de las primeras comunidades originarias del norte de Europa, que eran diferenciadas gracias al uso de su lengua germánica.

Fueron pueblos con gran influencia del Imperio romano, pero también de los pueblos bárbaros que se encontraban en la antigüedad a la orillas del Rin y donde tuvieron lugar las invasiones con las que se logró derrotar a este imperio de occidente.

Fueron varias las zonas tomadas por los pueblos germánicos compuestos por suevos, godos, vándalas, turingios, angolos, alamanes, sajones, hérulos, jutos, lombardos, regios, catos y más.

Los pueblos germánicos también fueron afectados por las oleadas expansivas vikingas e incluso las expediciones de las estepas rusas y migrantes de la ciudad griega de Bizancio.

En líneas generales, los pueblos germánicos nacieron mediante la fusión de diversas poblaciones como es el caso de la romana, quienes dominaban demográficamente todo el territorio que ocupaban a nivel de Europa suroccidental.

Otros dieron lugar a la clasificación etnográfica que se conoce en la actualidad, dentro de la que están los pobladores de Europa central y noroccidental; mientras que en Europa oriental estos pueblos germánicos fueron desplazados por otras migraciones.

Un recorrido por los pueblos germánicos

Los pueblos germánicos se formaron a partir de civilizaciones que llegaron como invasores, vándalos, suevos y alanos, mientras que otros eran aliados o visigodos, que especialmente se quedaron en este territorio europeo cuando expulsaron de él a otras civilizaciones.

Cuando se desmoronó el Imperio Romano de Occidente a finales del siglo V, lo que en principio fue una sola civilización, terminó dividida en una serie de reinos germánicos que se mantuvieron unidos a través de la Iglesia de Roma.

Estos pueblos o reinos germánicos fueron obra de la aristocracia guerrera y de las sociedades tribales que se enfrentaron al imperio romano. En cuyo caso los principales se identificaron como:

  • Los vádalos, que pasaron al norte de África para dominar el Mediterráneo.
  • Los ostrogodos, quienes dominaron Italia y el centro del Imperio romano, lo que pasó luego a ser de los bizantinos.
  • Los visigodos, cuyo dominio fue todo el sur de Francia y parte de la Península Ibérica. Luego convirtieron Toledo en su capital y contaron con reyes como Leovigildo, quien entre otras cosas amplió el dominio de la Península; pero desaparecieron luego a consecuencia de la invasión musulmana del 711.
  • Los francos, un pueblo que controló buena parte de lo que es actualmente Francia, expulsó a los visigodos y se convirtió en el reino más fructífero de todos los germánicos.

En el año 476 el último emperador del Imperio Romano de Occidente, Rómulo Augústulo, fue derrotado por el rey germano Odoacro; esto llevó a su fragmentación, dando origen a una multitud de pequeños pueblos que fueron gobernados por reyes germánicos.

De esta forma emergió un nuevo mapa político en Europa, sin embargo la cultura romana subsistió entre ellos a lo largo de los años, a pesar del cambio de gobernantes.

En líneas generales, los germanos siempre fueron una minoría y aunque el poder se encontraba en su manos, los reinos se desenvolvían de forma normal gracias a la labor de sus habitantes locales.

Se debe destacar que la iglesia siempre jugó un importante papel dentro de los pueblos germánicos, ya que era la única fuerza que mantenía la unidad dentro del mundo europeo.

Aunque el factor religioso incidió también en  esta separación, pues algunos pueblos eran paganos como los suevos, francos y anglosajones; otros se convirtieron al arrianismo como es el caso de los burgundios, ostrogrodos y visigodos. 

Esta última tendencia religiosa era una herejía, pues afirmaba que Jesús era un ser mortal y no divino.